Tegucigalpa – Gabriela Castellanos, directora del Consejo Nacional Anticorrupción, lanza una advertencia a Honduras. En un país donde la democracia lucha por sobrevivir, Castellanos señala la existencia de «manos oscuras» que buscan su liquidación.
Castellanos declara que «se la están poniendo muy fácil» al insistir en la parálisis del Congreso Nacional. A los diputados, les insta a recuperar el hemiciclo y a reactivar las sesiones, para que no se conviertan en cómplices de un plan que amenaza a la democracia hondureña.
Los costos de tener diputados inactivos son sorprendentes. Castellanos revela que, en 56 días de inactividad legislativa, el pueblo hondureño ha sufrido una pérdida de alrededor de L.56 millones. Los congresistas propietarios representan un gasto mensual de más de L.12 millones, y los viáticos para servidores públicos inactivos suman L.21 millones.
En medio de todo, destaca el alto costo de más de L.2.3 millones en viáticos al exterior, incluyendo un polémico viaje a Rusia. La mayoría de congresistas parecen estar jugando a ser legisladores, mientras la oposición se ve atrapada en un papel de víctima.
Lo que resulta aún más desconcertante es por qué obedecen a un presidente de facto que obstaculiza el funcionamiento del Congreso de manera inconstitucional. Esta complacencia los hace cómplices de medidas arbitrarias que dañan la democracia, agregó.
El impacto de esta situación va más allá de lo económico. El estancamiento legislativo afecta negativamente tanto la labor legislativa como la judicial, con consecuencias perjudiciales para la ciudadanía. Se bloquea la elección de nuevos fiscales, lo que tiene un impacto significativo en la justicia y la lucha contra la impunidad.
Además, el Congreso se ha desviado de asuntos cruciales, como la discusión del Presupuesto General de la República 2024, la derogación del decreto que otorga inmunidad a los diputados, y la elección de magistrados ante el Tribunal Superior de Cuentas.
Finalizando, Castellanos expresó que esurgente que el Congreso retome su actividad y cumpla con sus responsabilidades. El pueblo hondureño no permitirá que estos parásitos de la democracia sigan en el poder si se les da la oportunidad de votar nuevamente. La democracia en Honduras pende de un hilo, y la acción es necesaria para preservarla.