La misión especial del Vaticano para apaciguar la guerra en Ucrania se mantiene cuesta arriba. Eso es lo que se desprende del goteo de informaciones de la visita de Matteo Zuppi, el enviado papal para frenar el conflicto en Ucrania, que este jueves ha concluido su desplazamiento a Moscú con resultados que, al menos de momento, parecen dispares.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha destacado que “acuerdo alguno” se ha alcanzado tras la reunión del miércoles, a puerta cerrada, entre Zuppi y el consejero político de la presidencia rusa, Yury Ushakov. Sin embargo, Peskov sí hizo saber que se ha pactado mantener abierto “el diálogo”, según ha informado la agencia rusa Tass.
Con ello, en otra fiel muestra de las dificultades, la visita de Zuppi no contó tampoco con palabras particularmente esperanzadoras de María Lvova-Belova, la defensora del Menor de Rusia. Según comunicó la funcionaria rusa después de reunirse hoy con él, la conversación giró en torno a “asuntos humanitarios” y “protección de menores”.
Pero Belova no confirmó, como Ucrania esperaba y había pedido al Vaticano, que se pondrá en marcha el retorno de los miles de niños ucranianos trasladados a Rusia (hechos por los que contra ella pesa una orden de arresto del Tribunal Penal Internacional). Una respuesta muy tibia que, además, llegó en el mismo día en el que fuentes occidentales confirmaron que los traslados de estos niños continúan en las territorios ucranianos ocupados por Rusia.
Sin Putin, con Cirilo
Y más aún. La estadía de Zuppi en la capital rusa finalmente tampoco incluyó una reunión entre el enviado y el presidente del país, Vladímir Putin, a diferencia de lo ocurrido a principios de mes en Kiev, donde el sacerdote italiano sí pudo reunirse con el mandatario ucraniano, Volodimir Zelenski.
Lo que sí logró Zuppi fue el anhelado encuentro con Cirilo, el influyente patriarca ortodoxo ruso, considerado cercano a Putin y con el que el papa Francisco mantuvo un duro enfrentamiento en el comienzo de la guerra por el apoyo de éste a la invasión rusa. “No se convierta en un monaguillo de Putin”, llegó a escribirle el argentino, al ruso, en mayo de 2022. “Me alegro de que el Papa lo haya enviado a Moscú”, ha afirmado ahora Cirilo, al encontrarse con Zuppi.
Esperanzas
El punto de partida presenta claroscuros. Después de haberse convertido, durante su viaje a Cuba en 2016, en el primer Papa católico en encontrarse con un patriarca ortodoxo ruso en casi 1.000 años, en las últimas semanas, Francisco ha intentado recomponer la relación con esta rama del cristianismo. Tanto es así que Francisco llegó a alojar en su misma residencia en el Vaticano a uno de los representantes de Cirilo.
Con ello, no se ha de excluir que en los próximos días, tras la visita de Zuppi, se asistan a “gestos concretos”. Entre estos, podría incluirse un nuevo intercambio de presos de guerra rusos y ucranianos, así como otras iniciativas, según dijo el miércoles en una entrevista monseñor Paolo Pezzi, arzobispo de la arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú.
Con Informacion del El Periódico