Paris. La cólera y la rabia han recorrido las barriadas de Francia por segunda noche consecutiva tras la muerte de un joven de 17 años, después de recibir un tiro de un policía en un control en Nanterre, a las afueras de París. Coches quemados, incendios, ataques a edificios públicos… Así han amanecido los suburbios de las principales ciudades francesas tras una noche que ha dejado 150 detenidos, de los que 39 están aún bajo custodia policial.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha convocado un gabinete de crisis este jueves y ha denunciado las «violencias injustificables contra los valores de la República». Se han anulado los desplazamientos no imprescindibles de los ministros del Gobierno hasta nueva orden. De hecho, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, ha movilizado un dispositivo inédito para la noche de hoy: 40.000 agentes en todo el país, 5.000 de ellos en la región parisina. «Tendrán los medios técnicos y tecnológicos a su disposición para afrontar los disturbios, hacer detenciones y restaurar el orden republicano», ha dicho.
El Ministerio del Interior había desplegado 2.000 policías tras la primera noche de altercados. Su titular, ha denunciado «una noche de violencias insoportables contra los símbolos de la República: alcaldías, escuelas y comisarías incendiadas o atacadas». «Las reacciones que se dieron esa noche no pretenden reparar o hacer justicia: Son reacciones que atacan a la República», añadió el portavoz del Gobierno, Olivier Véran.
Algunos políticos, como el ultraderechista Eric Zemmour, pero también Eric Ciotti, jefe del partido conservador de Los Republicanos, han reclamado que se declare el estado de urgencia esta misma tarde.
En Nanterre, de donde era Nahel, el joven tiroteado, poco después de medianoche ya empezaron a lanzarse proyectiles y a quemarse contenedores y coches. La fiscalía ha pedido prisión preventiva para el agente que le disparó, que estaba bajo custodia policial. Así lo ha confirmado en rueda de prensa, el procurador de Nanterre, Pascal Prache.
Se ha abierto una investigación por homicidio voluntario y los primeros elementos de la misma muestran que «no se reunían las condiciones para el uso del arma reglamentaria». En el vídeo difundido en redes sociales, se ve cómo los dos agentes paran al joven en un control. Uno de ellos le apunta con su pistola y le dispara cuando el menor desobedece la orden y arranca el coche.
En su declaración, el agente ha explicado que disparó «con la voluntad de evitar que el vehículo se fugase de nuevo, por el peligro que suponía su conducción y por temor a ser herido por el movimiento del coche». Nahel conducía sin carné y había desobedecido los llamamientos para que parase el vehículo. Era conocido por los servicios policiales por desobediencia, según ha confirmado el procurador. En el coche viajaban dos jóvenes más. Uno está huido y el otro fue detenido.
La indignación por su muerte ha hecho que, de norte a sur, la violencia se extienda rápidamente por las barriadas de las principales ciudades francesas: en Lille, al norte del país, y en Toulouse, en el suroeste. En Amiens, Dijon, Roubaix, Niza y en Essone, al sur de la capital francesa. Se han incendiado edificios públicos, supermercados y autobuses. Hay varias líneas de tranvía que se han parado por razones de seguridad.
En Neuilly sur Marne, a las afueras de París, se ha quemado una comisaría, y en Clamart, también en esta región, un tranvía. Varios individuos atacaron la entrada de la prisión de Fresnes, cerca de París. Es la Francia fuera de control.
En Mons-en-Baroeul, una de las barriadas de Lille, el alcalde ha denunciado que el edificio del ayuntamiento está totalmente destruido. «Había policías que se habían refugiado allí, hemos conseguido sacarlos del edificio en llamas», ha dicho a France Bleu el alcalde, Rudy Elegeest.
En estas zonas marginales y a menudo abandonadas, las llamadas banlieue, cala el descontento y ha fallado el modelo de integración. Allí viven sobre todo franceses de origen inmigrante. Son hijos o nietos de magrebíes o africanos de ex colonias. Nacieron en una Francia que, sienten, les trata como cuidadanos de segunda. Hay problemas de inseguridad, y desconfían de la policía y la policía de ellos.
El Gobierno teme que se desate una crisis parecida a la de 2005, después de que dos jóvenes a los que perseguía la policía fueran electrocutados. Aquella ola de protestas duró varias semanas y se saldó con más de 2.000 detenidos y centenares de heridos. A mediodía hay convocada una marcha en memoria de Nahel en Nanterre. «Vengan todos, lideraremos una revuelta por mi hijo», pidió ayer su madre.
Con información de El Mundo